Mikel Zabalza,
guía de alta montaña
La montaña es un medio en constante metamorfosis a merced de la climatología.
La naturaleza tiene una fuerza que nos supera e imposible de controlar. Lo que si podemos hacer es aprender a conocer y reconocer esos cambios y adaptarnos a ellos gracias a nuestra experiencia, formación y observación de infinidad de circunstancias.
35 años de práctica de alpinismo por todo el mundo son mi principal carta de presentación para ayudarte a cumplir tu sueño alpino.
El riesgo es algo inherente al alpinismo, mi trabajo será gestionarlo de forma que nos sintamos cómodos y podamos disfrutar a tope de la actividad.
Mikel, trayectoria personal, deportiva y profesional
La montaña siempre ha sido un escenario que me ha cautivado. Di mis primeros pasos con un club de montaña al que me acerqué, no por iniciativa de mis padres, hermanos o amigos, sino porque simplemente me gustaba y no tenía otra forma de acceder a ella.
Luego empecé a salir de acampada con mis amigos a los montes cercanos de Pamplona. A veces me acercaba en bicicleta, otras en autobús o en tren y hasta en alguna ocasión algún padre hubo que nos llevó en coche.
A los 17 años descubrí la escalada de manera bastante autodidacta. Prácticamente empecé a la vez a escalar en escuela y en el monte.
Me gusta la escalada deportiva pero siempre la he visto como la fórmula perfecta para divertirme y obtener la forma física adecuada para escalar vías duras en montaña. Aún hoy la concibo de la misma manera.
A los 19 años visité por primera vez Gavarnie en invierno. No teníamos más que un tornillo y un piolet clásico cada uno. Tuve que alquilar otro piolet y ascendimos el Swan y la norte del Taillón.
Ese ambiente agreste me enganchó absolutamente y a los 22 años ya estaba abriendo vías difíciles en el Ganchempo (6.350m) Lantang, Nepal y subo mi primer siete mil en estilo alpino abriendo una nueva vía, “la arista S.E. del Lempo Gam (7.083m), valle del Langtang, Nepal.
Esta audaz experiencia en “estilo pirata” condicionó mi forma de vida ya que mi objetivo principal durante muchos años fue el ganar algo de dinero en cualquier trabajo para poder marcharme a escalar a montañas remotas y a poder ser, difíciles.
A pesar de haber participado en 40 expediciones extra europeas por Nepal, India, Pakistán, Tíbet, Patagonia, Tierra de Fuego, Groenlandia y Antártida, me considero un acérrimo Pirineísta.
Estas montañas las siento como una parte de mí mismo; un lugar magnífico que siempre tienen algún rincón por descubrir.
Es en el Pirineo donde he escalado las vías técnicamente más duras y audaces. He participado en la apertura de unas 100 vías desde Ansabere hasta Ordesa. De algunas de ellas estoy especialmente satisfecho como: “Superweismuler” en Ansabere, “Shakelton” en Izas, “La suerte de los valientes” en Midi, “A las estrellas” en Gavarnie o “Libertaria” en Ordesa.
Precisamente Ordesa ha sido mi mejor escuela alpina, aquí he aprendido a aceptar el compromiso que conlleva muchas veces escalar en montaña ya que en este lugar hay muchas ocasiones en las que la única retirada posible es salir por arriba. Aquí he participado en la apertura de 24 nuevas vías.
En la temporada 93-94 escalé mi primer Big-Wall alpino con la primera repetición de la “Mágico este” en la Torre central del Paine. Fue la época de buscar las paredes más altas y verticales y en el 95 abrimos “Insumisioa” en la Torre de Trango.
En el 97 Lo intentamos en estilo alpino con hamaca en la pared helada de la norte del Dunagiri (7.100m) de la India y hubo más intentos como en la norte del Kanchenjunga, norte del Everest, sur del K2, invernal al Broad; intercalados con algún éxito como el de la apertura de “Ludopatía” en la Changui Tower en Pakistán o la cima del K2 por los Abruzos.
En el año 2001 empecé a colaborar como especialista en el programa de “Al filo de lo imposible” y esto me dio la oportunidad de conocer lugares increíbles y hacer magníficos amigos. Tuve la gran suerte de viajar a la Antártida donde he escalado alguno de los largos en roca más vibrantes de mi vida y he subido a las más bellas cimas imaginables.
Siguieron intentos por Patagonia, G2 por China, Kusum Kangurum en Nepal, sur del Kanchenjunga… Algunos de ellos mucho más meritorios y duros que otras cimas, como el paseo por la normal del Manaslu, hasta que en 2008 puedo cumplir un sueño escalando la cumbre norte del G4 por la arista N.O.
A partir de este año paso a formar parte del Basque Team e intentamos sin éxito y en alpino el Pilar Oeste del Makalu y el Couloir Horbein al Everest.
En el 2010 puedo cumplir otro sueño abriendo una nueva vía en alpino en el Broad Norte y enlazándolo con el Central (8013m) en la que ha sido la ascensión físicamente más dura y comprometida que he realizado hasta ahora.
En el 2011 hacemos un paréntesis con las altas montañas y probamos con las travesías polares en autonomía y utilizando cometas de tracción. En 34 días cruzamos Groenlandia de sur a norte (2.300km) y con este aprendizaje nos aventuramos a una Transantártica por un recorrido inédito desde Novo hasta la Bahía Hércules pasando por el Polo en un recorrido de 3.400km que nos supuso una muy dura prueba a lo largo de 56 días en total autosuficiencia.
Seis miles y siete miles técnicos han sido el objetivo de mis últimas expediciones. Llevar el estilo alpino a estos escenarios es ahora lo que más me motiva; cara sur del Nuptse, Arista oeste del Chamlang, Arista sur del Dragna-ri, Cara sur del Dorje Lakpa, Jannu este, Phurbi Chyachu… Nombres de montañas poco conocidas donde impera la soledad, dificultad y el compromiso.
Otro de mis lugares favoritos son los Alpes, montañas a las que intento acudir siempre que puedo. Aquí he podido escalar un buen número de Grandes Courses de las que destacan la Invernal a la” McIytire- Colton” y la “No Siesta” en las Grandes Jorasses o la “Gabarro-Silvy” a la Aiguille Sans Nôm.
La montaña sigue siendo una fuente inagotable de motivación, el lugar perfecto para sentirse vivo, compartir, amar y seguir soñando; el escenario donde he fraguado una de las cosas más bellas de la vida, la amistad incondicional de tantos amigos a los que estoy eternamente agradecido por haber compartido esos momentos conmigo.
Me gusta recordar lo que ya hice, pero aún más proyectarme en todo lo me gustaría hacer. Tantos lugares por descubrir, tantas montañas y paredes por escalar…